martes, 29 de noviembre de 2016

La Cuarta Dimensión

Recuerdo cuando era niño cómo me enfadaba, cuando a la mañana siguiente no podía recordar los sueños de la pasada noche. Hasta que un día tomé la decisión de forzar el despertar, coger el bloc de dibujo y los lápices de colores, e intentar garabatear los elementos más relevantes del sueño, aquellos que resistían a los primeros momentos de la vigilia.Y así, noche a noche en la infancia, conseguí crear un collage indescifrable de anhelos, deseos y aspiraciones, que me ha acompañado hasta nuestros días.

Hoy he puesto punto final. No puedo dañarme a diario con el recuerdo de lo nunca conseguido. No puedo conservar ese recordatorio perenne del fracaso. Puedo perder, pero no puedo conmemorar la derrota. He quemado los dibujos, he olvidado los trazos, he alterado los colores. El dolor es el mismo, pero podré superarlo. Me he rendido, aunque no sin lucha.

Y como primera medida, para el resto de mi vida, he adquirido un bloc, unos lápices de colores y unas metas renovadas; Que me acompañen, me guíen y me consuelen. Que me castiguen. Que me hundan, que me salven. No son los sueños el problema, ni los dibujos que los ilustran. Es el sostenella y no enmendalla, la insistencia en el error, la ausencia de interrogantes, la rigidez de posición.

No es cobarde rendirse para empezar nueva batalla. Es cobarde la ausencia, la negación y la pereza. Ver los toros desde la barrera. Ser el segundo en el ring. Ser General en la retaguardia. Dadme la lucha, la batalla, el conflicto.

Yo tengo mis armas y pienso emplearlas.

 


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