Esta puñetera volubilidad ariana
con la que Dios, el calendario gregoriano o vaya usted a saber quién, me ha
castigado u obsequiado, según los días, las horas o los minutos (a ver si va a
ser cierto lo de la alineación de los planetas), consigue que haya días en los
que es mejor y probablemente más seguro no rozarme, saludarme o besarme. Yo creo
incluso que lo más saludable es olvidarse de que existo.
Es que en pequeñas fracciones de
tiempo puedo pasar de la tristeza más profunda a la indignación más volcánica,
pasando por un crisol de diferentes tonalidades cromáticas encuadradas entre el
negro azabache y el rojo selección. Pero contento, ni un poquito.
Me suele ocurrir cuando creo ser
objeto de una situación injusta o injustificada, esté o no en lo cierto, o
cuando percibo signos más o menos ciertos de que estoy siendo traicionado por
algo o alguien.
Y cuando esto me ocurre, como no
siempre tengo a mano la Enciclopedia Zen,
pues echo mano de lo que Lorenzo Silva llama las gateras de la vida.
Se supone que las gateras son
esas pequeñas escapatorias que nos ofrece la vida, en forma de pequeños
hobbies, viajecitos, lugares especiales, amigos idem, conciertos, etc. Su
significado es por tanto, similar a los famosos Tom, Dick y Harry, los túneles
excavados en la película “La Gran Evasión”,
esperemos que con mejor fortuna que sus protagonistas.
Con el fin de mantener el rigor
que preside la línea editorial de antoniadis9, me dirijo a las fuentes
(diccionario RAE), para ilustraros con el correcto significado de dicho
concepto, más allá del componente subjetivo de D. Lorenzo.
Y en efecto, me encuentro con un
significado muy acorde con lo comentado que es el siguiente: “Agujero hecho en
una pared, en un tejado o en una puerta para que puedan entrar o salir los
gatos, o con otros fines” Estos otros fines son a los que yo me refería.
Escaparse y olvidarse de las traiciones y decepciones de la vida.
Es cierto que en Ecuador,
también se le llama gatera a una honrosa vendedora hortofrutícola, pero no van
por ahí los tiros.
Pero, al igual que mi carácter
ariano, hay otra puñetera manía que tengo, que es la de intentar saber más de
lo que realmente necesito, lo que inmisericordemente me arrastra a escenarios
imprevisibles, que suelen confundirme más que aclararme mis…iba a decir dudas,
pero yo no suelo dudar, llamémosle opciones, que como dice mi amigo Apa, es
mucho más elegante.
Y esta vez no iba a ser una
excepción. En vez de quedarme tranquilito con una información tan seria,
solvente y sólida como la de la
RAE, me da por seguir buscando, y como casi siempre, la he
fastidiado completamente.
Es que resulta ahora que según la
“afamada página” http://sigificadoyorigen.wordpress.com,
fijaos que para empezar no saben ni escribir bien el nombre, pues estar en las
gateras significa también “…estar listo para darle inicio a una acción, estar
preparado para cuando llegue el momento de empezar, estar alerta para captar la
señal que indica el comienzo de algo”
O sea, que se parece a lo de la RAE como un huevo a una
castaña. Y mis paranoias y yo, nuevamente a full.
Por si se lo hubiesen inventado
los de la paginita de marras, sigo leyendo íntegramente el artículo, y llego a
la conclusión que inventarse todo eso que dicen, es complicado. Y cansado. Y
además no le importa a nadie, salvo a mí que me confunde.
Por tanto, debe ser cierto. Y
explica mi ignorancia, porque parece que es un término que proviene del
mundillo de las carreras de caballos, del que yo entiendo aproximadamente lo
mismo que de Filología Normanda (Javi Vara dixit)
Según los individuos estos, “para
comprender esta frase, o mejor dicho su origen, es preciso conocer el sentido
de la palabra gatera. De hecho, muchos lo saben, en particular los amantes del
turf, pues se trata de las jaulas o habitáculos que mantienen a los caballos en
la línea de partida, para garantizar un comienzo equilibrado. Cuando se acciona
un dispositivo que libera la puerta de las gateras, los animales, azuzados por
los respectivos jinetes, dan inicio a la carrera”
Leyendo esto, ya no se si lo de
las gateras es una escapatoria o un trampolín, lo cual me confunde enormemente.
Porque sin duda se trata de términos antónimos (sin coñas)
Así que como ni soy político ni
soy mujer, para poder hacer una cosa y la contraria, me toca elegir.
Por un lado, las gateras como vías
de escape. Por otro, como catapulta o impulso.
Son las 12:25 de la mañana. Ahora
mismo, me inclino por la primera acepción, porque no estoy bien. Estoy triste,
y me gustaría quitarme de en medio a través de una gatera ancha (porque si no…)
y larga. Lo más seguro es que para la hora de comer lo vea de otra manera. Eso
no quita que cuando te hagan una pequeña faena lo consideres como la más alta
traición concebible, pero ayuda a llevarlo mejor. Es más elegante.