jueves, 20 de septiembre de 2012

Dos significados contradictorios



Esta puñetera volubilidad ariana con la que Dios, el calendario gregoriano o vaya usted a saber quién, me ha castigado u obsequiado, según los días, las horas o los minutos (a ver si va a ser cierto lo de la alineación de los planetas), consigue que haya días en los que es mejor y probablemente más seguro no rozarme, saludarme o besarme. Yo creo incluso que lo más saludable es olvidarse de que existo.
Es que en pequeñas fracciones de tiempo puedo pasar de la tristeza más profunda a la indignación más volcánica, pasando por un crisol de diferentes tonalidades cromáticas encuadradas entre el negro azabache y el rojo selección. Pero contento, ni un poquito.
Me suele ocurrir cuando creo ser objeto de una situación injusta o injustificada, esté o no en lo cierto, o cuando percibo signos más o menos ciertos de que estoy siendo traicionado por algo o alguien.
Y cuando esto me ocurre, como no siempre tengo a mano la Enciclopedia Zen, pues echo mano de lo que Lorenzo Silva llama las gateras de la vida.
Se supone que las gateras son esas pequeñas escapatorias que nos ofrece la vida, en forma de pequeños hobbies, viajecitos, lugares especiales, amigos idem, conciertos, etc. Su significado es por tanto, similar a los famosos Tom, Dick y Harry, los túneles excavados en la película “La Gran Evasión”, esperemos que con mejor fortuna que sus protagonistas.
Con el fin de mantener el rigor que preside la línea editorial de antoniadis9, me dirijo a las fuentes (diccionario RAE), para ilustraros con el correcto significado de dicho concepto, más allá del componente subjetivo de D. Lorenzo.
Y en efecto, me encuentro con un significado muy acorde con lo comentado que es el siguiente: “Agujero hecho en una pared, en un tejado o en una puerta para que puedan entrar o salir los gatos, o con otros fines” Estos otros fines son a los que yo me refería. Escaparse y olvidarse de las traiciones y decepciones de la vida.
Es cierto que en Ecuador, también se le llama gatera a una honrosa vendedora hortofrutícola, pero no van por ahí los tiros.
Pero, al igual que mi carácter ariano, hay otra puñetera manía que tengo, que es la de intentar saber más de lo que realmente necesito, lo que inmisericordemente me arrastra a escenarios imprevisibles, que suelen confundirme más que aclararme mis…iba a decir dudas, pero yo no suelo dudar, llamémosle opciones, que como dice mi amigo Apa, es mucho más elegante.
Y esta vez no iba a ser una excepción. En vez de quedarme tranquilito con una información tan seria, solvente y sólida como la de la RAE, me da por seguir buscando, y como casi siempre, la he fastidiado completamente.
Es que resulta ahora que según la “afamada página” http://sigificadoyorigen.wordpress.com, fijaos que para empezar no saben ni escribir bien el nombre, pues estar en las gateras significa también “…estar listo para darle inicio a una acción, estar preparado para cuando llegue el momento de empezar, estar alerta para captar la señal que indica el comienzo de algo”
O sea, que se parece a lo de la RAE como un huevo a una castaña. Y mis paranoias y yo, nuevamente a full.
Por si se lo hubiesen inventado los de la paginita de marras, sigo leyendo íntegramente el artículo, y llego a la conclusión que inventarse todo eso que dicen, es complicado. Y cansado. Y además no le importa a nadie, salvo a mí que me confunde.
Por tanto, debe ser cierto. Y explica mi ignorancia, porque parece que es un término que proviene del mundillo de las carreras de caballos, del que yo entiendo aproximadamente lo mismo que de Filología Normanda (Javi Vara dixit)
Según los individuos estos, “para comprender esta frase, o mejor dicho su origen, es preciso conocer el sentido de la palabra gatera. De hecho, muchos lo saben, en particular los amantes del turf, pues se trata de las jaulas o habitáculos que mantienen a los caballos en la línea de partida, para garantizar un comienzo equilibrado. Cuando se acciona un dispositivo que libera la puerta de las gateras, los animales, azuzados por los respectivos jinetes, dan inicio a la carrera”
Leyendo esto, ya no se si lo de las gateras es una escapatoria o un trampolín, lo cual me confunde enormemente. Porque sin duda se trata de términos antónimos (sin coñas)
Así que como ni soy político ni soy mujer, para poder hacer una cosa y la contraria, me toca elegir.
Por un lado, las gateras como vías de escape. Por otro, como catapulta o impulso.
Son las 12:25 de la mañana. Ahora mismo, me inclino por la primera acepción, porque no estoy bien. Estoy triste, y me gustaría quitarme de en medio a través de una gatera ancha (porque si no…) y larga. Lo más seguro es que para la hora de comer lo vea de otra manera. Eso no quita que cuando te hagan una pequeña faena lo consideres como la más alta traición concebible, pero ayuda a llevarlo mejor. Es más elegante.

martes, 11 de septiembre de 2012

Síndrome post-vacacional o la manía de ponerle nombrecitos a todo


(Una miniatura a vuelapluma)

Un síndrome es una situación patológica que viene definida (maldefinida) por la presencia simultánea de diferentes síntomas, que para más cachondeo, no es necesario que se den todos a la vez, sino algunos de ellos.
Algún lector que no sea del gremio hipocrático, podría pensar que esto de los síndromes está un poco pillado por los pelos, lo que me provoca cierto grado de indignación. Un poco pillado, en absoluto. Absolutamente etéreo y subjetivo, por supuesto.
Si algún maledicente antimédico piensa que nos lo inventamos para despistar al paciente, ocultando nuestra absoluta ignorancia sobre lo que le ocurre, pues seguramente está en lo cierto.
No es importante inventarse un síndrome, puesto que el paciente tampoco se merece mucho más. Lo que es una absoluta falta de respeto es contárselo al paciente sin un mínimo de atrezzo, y sin mostrar una absoluta y total convicción en la invención.
El paciente se merece que uno le mienta pocas veces, pero con convicción, parafraseando a Rubén Bevilaqua, sargento ficticio de la benemérita ideado por Lorenzo Silva. Yo desde luego, lo hago impertérrito y con un aplomo incuestionable. Pero siempre le echo un poco de pimienta, adornándome con esquemas absolutamente inventados o al menos manifiestamente exagerados.
Básicamente es lo que han hecho ilustres psicólogos para rellenar con éxito unas paginillas o minutadas en medios de comunicación, en ausencia de mayores desgracias económicas o éxitos deportivos. Se han inventado el Síndrome Postvacacional.
Porqué digo que se lo han inventado. Fundamentalmente porque no hay nada tan claro o definido como el conjunto de síntomas que se presentan cuando uno vuelve de vacaciones. Y además se presentan todos simultáneamente. Por tanto en mi opinión, esto del Sd. Postvacacional, no existe, y en cambio deberíamos pasar a considerarlo como una clara, definida y grave enfermedad, la Enf. Postvacacional.
Ya se que en general esto no le dice mucho al profano, pero no hay color, se mire por donde se mire. Una enfermedad supone inmediatamente una elevación en la categoría de la desgracia que uno sufre. Cualquier individuo puede presentar un síndrome, pero una enfermedad…eso es otra cosa.
Cuales son los síntomas más relevantes de la E.P.V.:
1. Mala leche diurna y nocturna, sin razón aparente (90%)
2. Somnolencia a todas horas del día (80%)
3. Cuadros catarrales por falta de resignación climática (40%
4. Aumento del consumo de bebidas estimulantes (café, té, Red Bull) (40%
5. Voluntad de desplazamiento conyugal (Mandar al contrario/a a tomar vientos) 100%
6. Incremento de visitas a rumbo.es para preparar una escapada que luego nunca se produce (30%)

Y el tratamiento. Ahí tenemos malas noticias. No está indicado el tratamiento quirúrgico, porque no sabemos de qué operar. La dieta no funciona para estos asuntos, y las pastillas, tres cuartas de lo mismo, a excepción del omeprazol, que al menos te calma el ardor de estómago. Si , no tendrá nada que ver, pero como el ardor de estómago eleva la mala leche, pues algo hace.
La buena noticia es que tiene un curso autolimitado, de unos 11 meses de duración. Con altibajos, más bajos que altos. Un valle alrededor de navidad y semana santa, y el resto, bien jodidos.
Si luego lo analizas con cierta objetividad, la verdad es que no es para tanto. Total, yo no he hecho gran cosa en vacaciones. Me dicen que me ha debido picar la mosca tse-tse, porque he pasado de dormir 5 horas a dormir 15, siesta de 3 horas incluida. Pero no he hecho nada diferente. Quizás los desayunos de buffet, el café en la playita repasando grandes obras de todos los tiempos (Tiempo de marca, tiempo de as,…) Forzando un poco, las 2 horitas en remojo matutinas mas chapuzón piscinal. Las tardecitas playeras y sus puestas de sol, sus excursiones, los juegos con los niños. Como veis, tampoco es para tanto. Ah, los copazos nocturnos en la terraza con música y un libraco de 2.000 páginas de Raymond Chandler. No se, probablemente no sea para tanto. Pero tengo el síntoma nº1 a todas horas, y con el omeprazol no se me acaba de pasar. Y me quedan once meses