jueves, 29 de marzo de 2012

Ir a mear al Ebro

Perdonad el título de la entrada, tan poco discreto y tan escatológico, muy poco coherente con la línea editorial de antoniadis9.
En realidad debiera haberlo entrecomillado, porque lamentablemente esta tan acertada como uréica expresión, no es de mi copyright, sino de mi ilustre amigo y compañero, con el que tantas horas compartí, tantos proyectos esbocé y tan temprano se me fue.
Decía este ilustre amigo que la expresión máxima de la riqueza material era poder decir un día "pues me voy a mear al Ebro" y poder irse sin otros considerandos.
Por supuesto, muchos de vosotros pensaréis que la mayor parte de las personas adineradas que conocéis, que obviamente podrían irse a mear al Ebro, probablemente decidan no utilizar esa libertad que aporta poderoso caballero para algo tan chabacano y poco glamuroso como orinar en un río grandecito para nuestra escala, pero que ni siquiera es navegable en todo su recorrido.
A mayor abundamiento, don Emilio podría hacerlo cuando le diese la gana, porque el centro de su emporio, el que lleva el cántabro nombre por medio mundo y spoilers de Ferrari,se encuentra a pocas decenas de kilómetros del nacimiento. No necesita ni al vecino Alonso para que lo acerque en un momento.
Estoy seguro que muchos de los lectores estarán pensando en estos momentos que de poder, fijo que irían al Amazonas, Missisipi, Nilo o cualquier otro arroyito de ultramar. Otros muchos dirían que ya puestos, casi que a Old Trafford, la Scala, LHermitage, el MOMA (me refiero al museo, golfos) e incluso a la Peñita o Peñón , a ver a los monos.
Pero estas opciones, aunque lícitas y lógicas, adolecen de ese toque pragmático y realista que supone la proximidad relativa del Ebro.
Metafóricamente, podríamos decir que  la riqueza material, en ocasiones, puede verse simbolizada en pequeñas imágenes de libertad es decir, que somos ricos cuando tenemos la capacidad de disponer inmisericordemente de nuestro tiempo y de nuestra agenda. Y aún más, cuando podemos prescindir de nuestra agenda para utilizar nuestro tiempo. Lo que tiene precio, poco valor tiene, decía Nietzsche 
Desde luego, poder ir a mear al Ebro esta noche, no tendría precio