jueves, 19 de julio de 2012

Un soneto me manda hacer Violante


Es curioso como a uno se le queda grabado a fuego determinados sucesos, acontecimientos, canciones o poemas que, vistos desde una perspectiva objetiva, no se pueden considerar trascendentales ni para el curso de la humanidad ni para el curso escolar o profesional. Simplemente se nos han quedado adheridos como los bichejos estivales al parabrisas de nuestro encéfalo.
Seguro que todos tenemos nuestros ejemplos: la canción del Un, Dos, Tres, el anuncio de Marlboro, los libros de Los Cinco,…ninguno de ellos pasará a la historia de las artes escénicas o conseguirá un Nobel de literatura. Pero por algún mecanismo subliminal, nos acompañarán asociados a determinadas vivencias puntuales: Abrir un refresco, sentarnos en una terraza, aproximarnos a un niño.
En mi caso estos ejemplos son abundantes y en algún caso sorprendentes, pero si los detallo estaría recibiendo comentarios inmisericordemente jocosos de mis mal llamados amigos, que en realidad son un hatajo de porteras harpías (con mis disculpas para el honrado gremio de los trabajadores de fincas urbanas)
Uno de los menos inconfesables es un soneto que escribió D. Félix Lope de Vega y Carpio, y que formaba parte del añorado (ahora) Libro de texto de Anaya de lengua española, creo que de 2º BUP, lo que viene a ser…no se, algún curso con acrónimos.
Es el famoso soneto de Violante:

Un soneto me manda hacer Violante,
en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante…

Desde luego, una obra maestra de la lírica, fijo que no es. Un maravilloso poema de amor, pues como no sea al ego de Violante, tampoco. Un paradigma del ecologismo, no parece. En fin, desde luego hay escritos bastante más profundos que éste, y mucho más hermosos.
Pero esa primera estrofa me ha acompañado desde jovencito. No se porqué. Es un soneto por encargo, de hecho. Es decir, muy probablemente lo escribió para comer (en aquella época no había Euribor), pero ha conseguido que 448 años después (como el chiste, mis 48 y unos 400) Violante y su soneto sirvan de excusa para escribir unos parrafillos.
Como os decía, el soneto tenía finalidad meramente alimenticia, pero quizá a Lope le pase como a mí, que al escribir algunas líneas  “por encargo”, detectes que se apodera de ti una sensación de paz interior, de cumplimiento de objetivos, de relajación y sosiego que pudieran ser confundidas con otro tipo de deleites más corporales. No es el caso, en absoluto, como decía Sabina, “no soy dado a tales excesos, así que escribí”
Toda esta parrafada anterior, en realidad surge ayer al comentar en el trabajo (al abrigo de un nespresso y un heladito, todo hay que decirlo), la curiosidad y la dificultad que entraña escribir un haiku, esos poemillas japoneses de tres líneas, que datan del siglo VIII, pero que merced a vaya vd. a saber, se están haciendo muy populares.
Me parece realmente complejo escribirlo, y la métrica es un poco limitada. Pero el animal (jubilado) competitivo que llevo dentro, me ha hecho platearme no solo escribir un haiku, sino acompañarlo con esa parte de mi infancia que desearía no haber olvidado, y que pretendo evocar con un soneto.
Eso quiere decir que paro aquí mismo el escrito, y considerando mi gran capacidad imaginativa y para la rima, cabe la posibilidad de que os lo muestre para San Antonio (de 2013 , obviamente)

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