martes, 31 de julio de 2012

Una erosión en el alma

Hubo un tiempo en el que viví, y que ahora he olvidado casi por completo, en el que pude permitirme el lujo oriental de contratar una profesora de inglés de la que guardo un magnífico recuerdo a pesar de los resultados académicos son cuando menos, cuestionables; Yo al menos, me los cuestiono, y mis interlocutores angloparlantes, deben pensar que no solo son cuestionables, sino probablemente demandables.
En sus ímprobos esfuerzos por introducir en mi encéfalo idiomático-senil algún verbo de cierta utilidad práctica, probó a explicarme la diferencia entre el verbo "to arguee" y el verbo "to discuss"
En mi carabanchelera lógica (siempre de la zona más noble, pegado al Parque de la Arganzuela, que aún hay clases), eso de to arguee suena a "argumentar", y eso toda persona que no se dedique a circular por el lado contrario de la calzada, lo entiende como un intercambio sosegado y civilizado de opiniones.
Fíjate tú que estos catetos de "Guayomini" van y dicen que no. Que "to arguee" es lo que nosotros entendemos con el término verbal "to cabrearse" en el diccionario español-raro raro-español.Usease que para describir en inglish un cabreo en toda regla, con proyección de partículas voluminosas p.ej., en realidad debemos utilizar el término de juegos florales "to arguee"
Una buena pelea tiene evidentes efectos positivos, como son la descarga de adrenalina, la estimulación de los músculos periorbitarios, la tensión de las cuerdas vocales, la evocación mental de todos los recuerdos (por supuesto negativos), y una estupenda puesta al día de conocimientos aritméticos (las plantadas que me hicieste en 1979 menos el novio que te robé en la facultad, se anulan. Pero como luego me hiciste un regalo de mierda en mi cumpleaños, pues te debo dos putadas del 15. Vale, pues si no tenías pasta para más, te sigo debiendo un faenón de primer nivel y te robo dos jerseys)
Puede aportar maravillosos finales felices (pero cómo vamos a discutir tú y yo de dinero con lo grandes amigos que somos, pero ya me puedes dar la tela que la necesito para los libros de los niños), que siempre se ven corroborados o matizados por la expresión de tu interlocutor.
Lo que me parece que bordea el surrealismo es cabrearse por internet, puesto que no te aporta ninguna de las ventajas anteriormente descritas. No le vas a berrear al teclado, lo máximo aporrearlo. Tampoco se estimulan los músculos faciales, porque si no te los va a ver nadie, para que. Es verdad que hay gente que escribe lo que no se atreve a decir en la cara. O como decía Chesterton escribe para dejar claro que tiene razón ("Ningún hombre debería escribir a no ser que estuviese convencido de que él está en posesión de la verdad y otro hombre está en el error")
Quizá sea esto último lo que ocurre en las discusiones por internet. Que podemos dejar claro que tenemos razón de una forma sencilla, barata, ahorrándonos letras, acentos y todos los signos de puntuación. Quiza sea éste su éxito.
Lo que no te evita internet es la mezcla de impotencia , desolación, frustración y error que se produce cuando discutes con alguien que te importa de verdad. Porque el resultado de la discusión siempre es una derrota.
Decía un profesor mío que solo hay dos tipos de enfermedades: las funcionales y las orgánicas. Cuando discuto con una persona a la que aprecio de corazón, siempre percibo ambas: La inconsolable tristeza que me envuelve (que debe ser funcional) , y ese dolor lacerante y profundo que percibo en cada centímetro de mi cuerpo, y que estoy seguro que es una enfermedad orgánica: Es una erosión en el alma.
Y con ambas debo vivir. Y no es fácil curarlas. De hecho, no se curan. Siempre dejan secuelas

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