lunes, 18 de febrero de 2013

El perturbador "efecto tetera"

Probablemente alguno de mis 3.882 lectores, más o menos (véase cuñita publicitaria), recibirá con enorme sorpresa este repentino arranque Felixiano (No feliciano, sino de D. Félix Lope de Vega y Carpio, que se conoce escribía con una soltura disentérica), dados los recientes antecedentes sabáticos del autor, que casi todo el mundo ha entendido como un muy merecido resort a tanta producción literaria acumulada (todos excepto el que me ha llamado vagunzón, palabra que como él y yo sabemos no puntúa en el apalabrados, porque no existe. Yo lo sé porque lo he buscado y él porque se lo ha inventado por todo el morro)
Me gustaría señalar que esta prolífica racha, corresponde indefectiblemente a una corrección de erróneo rumbo (ver la entrada anterior) , pero mentiría como un bellaco, lo que ni es una novedad ni me avergüenza especialmente, por lo que simplemente lo señalo.
Se trata una vez más que me lo han puesto a huevo, y me han vuelto a dar el título mascado. Y así, solo un completo vagunzón (nótese el rictus irónico) podría contenerse a la hora de emprenderla con el teclado.
El título de un libro debería ser como la portada de un periódico o como el envoltorio de un regalo, es decir, el avance o anticipo de lo que te vas a encontrar después, aun que desgraciadamente esto no siempre se cumple. Te encuentras con la portada del Marca y te promete el inminente fichaje de Messi por el Alcorcón, y cuando lo lees llegas a la conclusión de que el Alcalde (culé) vendería todo Alcorcón a cambio de Messi, que no es exactamente lo mismo.
En este caso, y para mi oprobio y vergüenza, el título tampoco va a corresponder al contenido. En primer lugar porque "el efecto tetera" me perturba a mí y a honrosísimas y nunca suficientemente ensalzadas excepciones, a pesar de su extraordinaria contribución al mundo de las alergias. Quiero decir a su curación o mitigación, no a su génesis, obviamente. Aunque si le damos un Enosa, tres o cuatro tubos de ensayo y dos pipetas de los chinos, capaz es de crearnos Ebola2. En segundo lugar porque el llamado "efecto tetera" poco tiene que ver con el té o la porcelana china. O sí, pero no importa.
Esto del efecto tetera tiene que ver con ilusiones juveniles, con curiosidad científica, con escaqueos académico-cientificoides, tiene que ver con el mundo del pin ball y el ping pong, con el Spectrum y el commodore, con Nacha Pop y Secretos. Tiene que ver con las chavalitas de la biblio que la que menos tendrá nietos a estas alturas, tiene que ver con manuales que se parecen a los libros de mis hijos como mis botas Cejudo se parecen a las de Cristiano Ronaldo. (Son botas, tienen  tacos y cordones, y ahí finaliza el parecido)
También tiene que ver con un artículo publicado en el Scientific American publicado en diciembre de 1984 por un tal Jearl Walker, que Dios tenga en su gloria (si es que ha cascado) o que Dios guarde muchos años (en caso contrario)
El articulito en sí, si uno lo lee sin carga de emotividad alguna (que no es mi caso ni de coña), es un descojone. Supongo que habrá una forma más literaria de escribirlo, pero no más exacta. El amigo Walker (RIP o no RIP), comienza un artículo en la sección Taller y Laboratorio del número 99 de la revista (joder, la que tendría que ser más seria), de la siguiente forma:
Esa exasperante tendencia que presentan los líquidos a adherirse a los recipientes desde los que se vierten se conoce como efecto tetera
Y una vez llegado a este punto, cuando todo parecía indicar que el Walker (no se si Jearl, o más probablemente Johnnie) reflexionaría y suspendería ahí mismo el artículo, pues va y sigue adelante ¡¡¡Y lo explica!!!
Aunque me encantaría atormentaros con la explicación científica, como ya lo he hecho a lo largo de diferentes generaciones familiares (ahí me he pasado), he de deciros que tan rimbonbante nombre se circunscribe al hecho de que cuando quieres llenar una taza, el fluido correspondiente, sea indefectiblemente derramado en cualquier otro sitio menos en la taza, salvo que se combine el justo punto de caudal e inclinación del fluido, o en su defecto, se utilice un cuchillo o varilla para ajustar el flujo del fluido a la ubicación deseada.
Siempre me ha parecido metafórico: O haces las cosas con la velocidad y la posición adecuadas o tienes que utilizar alguna guía. Metafórico, sin duda.
El perturbador efecto tetera

domingo, 10 de febrero de 2013

El derrape cerebral

Tengo cierta curiosidad por saber si los lectores de estas líneas se han percatado de que vengo remoloneando unas cuantas semanas de mis deberes "literarios" Es verdad que ayer una lectora me afeó levemente mi conducta irresponsable, pero no es menos cierto que tanto la falta como la penitencia fueron tratadas con una severidad  inversamente proporcional al cariño que me profesa. Vamos que fue un leve tironcillo de orejas.
Pero esa soportable regañina me sirvió para obtener dos inesperadas revelaciones:
  1. Que me lee
  2. Que me proporcionó el título de mi entrada de hoy
No tenía en absoluto la intención de perforar la celulosa hasta al menos el próximo fin de semana, debido  a un mix entre los ritmos circadianos, mi pereza habitual y uno poco de mala leche que me viene acompañando desde hace algun tiempo.
Y en estas circunstancias, que me dan el título mascado.
Y ya, ¿que se supone que debía hacer? Pues una vez traspasada la barrera, no hay más remedio que seguir hasta el final. Y en estas me hallo.
Permítanme los lectores que guarde el suspense hasta el final, en cuanto al significado del título se refiere, o al menos a los orígenes del mismo, y pasemos a hablar de posibles interpretaciones alternativas.
Profundizando como siempre en las fuentes, y tratándose de significados de las palabras, podemos optar entre el Marca, que siempre oferta diferentes opciones semánticas a un mismo vocablo, y todas ellas de gran riqueza metafórica o dicho de otra forma, que las utilizan de forma absurda y disparatada, pero siempre madridista, o alternativamente, la fuente más ortodoxa y utilizada por este cronista, el Diccionario de la Real Academia que, con menor valor metafórico que el Marca (of course), siempre arroja una luz en el eterno camino de Damasco que supone el entendimiento correcto y riguroso de nuestro idioma.
A la vista (iba a decir a la lectura, pero es que lo he mirado en Internete, y no se si es lo mismo), de las aclaraciones de la Academia, me he encontrado con un terrible problema de muy difícil solución: El término derrapar proviene del francés.
Y a ver qué hacemos ahora. Si tenemos que utilizar una palabra que proviene del francés, es sin duda porque se puede utilizar para alguna cabronada, para faltar o molestar al prójimo, para enaltecer al gabachío popular o para alguna cochinada erótico-festiva, que es lo que suele pasar con los galicismos.
Por si hay algún escéptico al respecto, no hay más que enumerar alguno de los más afamados: bricolaje (una cabronada como hay pocas), cómoda (que es un mueble que no hay dios que pueda mover, ocupa un montón no es nada "cómoda"), complot (pues eso), élite (que es como decir "a donde vas, desgraciao") , y los erótico festivos (cabaret, champaña, colonia, perfume y para rematar la jornada, hotel)
En efecto, derrapar es un galicismo que la RAE traduce como:
derrapar.
(Del fr. déraper).
1. intr. Dicho de un vehículo: Patinar desviándose lateralmente de la dirección que llevaba.
2. prnl. Ven. Comportarse de manera contraria a los cánones tradicionales de una sociedad.
Por tanto, debemos concluir que alguien que derrapa es alguien que se desvía de la línea recta, yéndose hacia algún lado, que presumiblemente no debe ser el correcto.
En el caso que nos ocupa, yo diría que si éste es el significado, me da que empezando por mi propia persona de mí mismo, y siguiendo por unos cuantos de los que me rodean y muchos de los que me pillan más lejos, va a ser que estamos derrapando una jartá. 
En mi defensa he de decir que vengo intentando seriamente corregir la trayectoria, aunque el coche (probablemente por viejo), se empeña inmisericordemente en volver a la trayectoria errónea, lo que me obliga a algún volantazo arriesgado. Pero ahí estamos.
Lo de la afección venezolana "Comportarse de manera contraria a los cánones tradicionales de una sociedad", afortunadamente y lo digo muy orgulloso, intento aplicarlo siempre que puedo.
No tengo muy claro que la conversación que inspiró definitivamente el título y que debo (como muchas otras cosas) a las correrías profesionales de minmana, se refiriese en concreto a la utilización de galicismos en el lenguaje castellano, aunque bien podría suponer que no, puesto que aunque se hablase de accidentes, éstos estaban encuadrados en la cosa médica y más en concreto en la fea costumbre que tiene el endotelio vascular en rasgarse cuando nadie se lo había pedido.
Cambiemos por tanto, una "p" por una "e" y me hubiese quedado sin título, y vosotros sin entrada literaria. Pues bien está lo que bien acaba, y cuidado con los derrapes/mes, que vais como locos.