Siempre
me pareció muy interesante que el título de esta canción
de REM pudiera
traducirse literalmente al español con un significado aparentemente muy
alejado del real. La traducción literal podría ser algo así como "perdiendo
mi religión", mientras que el verdadero sentido de la frase viene
dado por una expresión del sur de Inglaterra, y cuyo significado
podría asemejarse más a la expresión española "perder los
papeles". Es decir, un estado de perfecto desquiciamiento
mental, cuyo final se asociará inevitablemente a algún tipo de
barbaridad desproporcionada o absurda.
Lo
que intriga es encontrar ese paralelismo entre perder tu religión y
perder la chaveta. Parece que hoy en día sería más acorde con los
tiempos lo contrario, es decir, que perder la religión fuese parte
de un proceso de modernización y progresismo, antes que otra cosa. La
religión está más "demode" que "on fire", y
por tanto, es un concepto que no forma parte de las reuniones
sociales ni de las tertulias televisivas o radiofónicas.
Resulta
llamativo que el hecho religioso, al que podemos asociar
inequívocamente con un montón de relevantes acontecimientos
históricos, haya podido desaparecer de nuestro día a día. Es
cierto que muchas personas y familias dedican la sagrada jornada
dominical a hacer una aproximación al templo, muy habitualmente en
el contexto de un pequeño tour que parte de nuestro domicilio, hace
escala en la Iglesia, regresa previo paso por el bar en el que ponen
el mejor vermouth, y nuevo regreso a nuestra morada.
Pero
quería resaltar la escasa presencia que la religión, antaño pilar
fundamental de la sociedad, tiene actualmente entre nosotros. Nos
hemos acostumbrado a hablar de cualquier otra cosa con nuestra gente,
nuestros amigos, nuestra familia. No nos preguntamos por nuestra postura ante los misterios de la Iglesia, ni comentamos
mientras tomamos café, qué es exactamente lo que quería decir
San
Pablo en su Carta a los Efesios,
además de saludarlos cordialmente.
No
es que sea un hecho que me quite el sueño, al menos en lo que se
refiere a las liturgias, los organigramas de los mensajeros del
Señor, la financiación del clero y la posición política de
la Conferencia
Episcopal.
No es que me disguste mucho que la imagen actual de la Iglesia
dependa mucho más de su vertiente caritativa que de la catecumenal. Desde luego me parece bastante más loable ocuparse de
las necesidades reales que de las espirituales, y en ese sentido
percibo una mejoría de la marca Iglesia. Si acaso me preocupa más
la pérdida de valores que han sido traspasados desde la filosofía a
la religión , de la religión a la política, y de la política a
vaya vd. a saber donde, porque la sociedad en su conjunto no parece
hacerlos recibido.
En
ese sentido, si hiciésemos una playlist de las mejores ideas de la
historia, en lo que se refiere al enriquecimiento del ser humano,
algunas procederían de la Biblia, y no me refiero a los más
picantones pasajes del Cantar
de los Cantares,
como alguno se relamía. Ya sé que los primeros puestos podrían ser
de Sócrates, Platón, Aristóteles o Bukowski.
Pero, honradamente, ¿no podríais algunos de los mandamientos en
algún sitio?
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