domingo, 26 de noviembre de 2017

El Pijama De Cuadros

La conocía de antes, no lo suficiente , no lo bastante. Y sin mediar palabra, gesto o caricia, pasé al estado enamorado hasta las trancas. 
Qué pasó pues?, me preguntaréis sorprendidos. No mucho. Simplemente la vi, vestida con un pijama de cuadros.
Denunciando la opresora moda capitalista ? Reivindicando la vida familiar? Durmiendo en angelical mueca? 
No, simplemente vestida con un pijama de cuadros. 
Provocando mi ternura infinita , extrayendo el guerrero que nunca fui, con el único fin de protegerla, generando un poeta inexistente, solo para complacerla, rezumando generosidad por todos los poros de mi piel, antaño inexpugnable a las bondades . 
Saltaba en la cama con un deje adolescente, reía todo su ser, y de todos y cada uno de los botones de su pijama, parecía proyectarse un cañón de felicidad intrascendente, contagioso e inofensivo, al que solo podría resistirse el campeón de los hombres malvados.
Y de repente me vi, compartiendo sus brincos, riendo hasta el absurdo, cantándole mis poemas , flotando en el universo, y desde ahí, desde la más elevada de las alturas, tuve que aceptar la realidad, que ni ella, ni su risa , ni sus saltos , ni por supuesto, el pijama de cuadros, formarían parte de mi vida.


miércoles, 22 de noviembre de 2017

El Club De La Comedia

Me estaba matando. La quería y la deseaba como a nada en el mundo. Meses, quizás años de observar en la distancia su risa cantarina, su desparpajo en el trato, sus ojos oceánicos, su rubia cabellera flotando con plena libertad. Y yo, en segundo plano, en retaguardia, cobardamente oculto en el anonimato de mi puesto de trabajo.

Tenía que liberar esa carga, soltar ese lastre que me impedía avanzar en la vida. Jugarme el todo por el todo, sin miedo a las consecuencias. Y si eso me llevaba a no verla más, sea. Un amor oculto no permite ser correspondido, y ella no sabía nada de mis sentimientos. Al menos tendría una opción.

La oportunidad surgió en ese pub del barrio donde en ocasiones coincidíamos. Talent show. Demostrar las habilidades artísticas ante un grupo de habituales desconocidos. Gente del barrio a los que has visto por ahí, pero a los que no has saludado jamás. Podía ser peor.

Vi la tablilla en el extremo de la barra, con un bolígrafo BIC suspendido de un cordel. Tras dar buena cuenta de una pinta de cerveza negra, procedí a apuntarme.

  • Nombre: Toni .
  • Categoría: Monólogo.
  • Teléfono: 112, porque se va a armar.

Alea jacta est.

Ese día no éramos muchos, pero estaba ella. Con un clon de Schwarzenegger jovencito y sus compañeros de esteroides. Unas bestias pardas. Por los mimos que le dedicaba, debía ser su novio. Cojonudo. Opción quirúrgica. O se me echaba a los brazos o su novio me iba a inflar. En cualquier caso, de ese día la cosa no pasaba.

Me tocaba actuar tras una especie de hombre orquesta, y justamente por delante de la camarera que nos sirve el sushi, recién llegada a la nación. Aparentemente armada con un xilófono tres veces más grande que ella, iba a resultar una dura competencia. Estuve a punto de decirle que no hacía falta que lo sacara de la funda, porque conmigo iba a acabar todo, pero dejé que se diera cuenta ella sola, un poco más tarde.

Cuando el presentador me dio entrada, decidí empezar fuerte:

“He venido a este escenario a decir que estoy loco por la chica del vestido de canalé de color gris marengo” y la señalé para que no hubiese dudas.

“No recuerdo un día que me haya acostado sin pensar en ella, y en cómo sería la vida junto a mí. Y creo que lo merezco. Soy un individuo formal, serio y trabajador, medianamente inteligente y romántico como pocos. Ni guapo ni feo. Me preocupo por la gente y me desvivo por los que me quieren”  Y, de perdidos al río, proseguí con fuerza.

“No creo que tu destino sea permanecer al lado de ese montón de proteínas. Creo que mereces algo mejor, y yo lo soy. Deja a ese tipo y vente conmigo. Te quiero.”

En ese momento, ella y su novio se acercaron al escenario, debidamente escoltados por el resto de musculitos. El se adelantó, se me abalanzó y simuló golpearme repetidas veces en los costados, el rostro y el plexo solar, para posteriormente llamar a sus amigos al escenario. Me tiraron al suelo y siguieron con la comedia. Yo no entendía nada. A los pocos segundos, se retiraron de golpe y empezaron a aplaudirme como locos, acompañados por la risa cantarina de ella.

El novio se me acercó y me dijo “Qué bueno, tío. Habíamos oído hablar de eso de la performance, pero te ha quedado genial. Tienes nuestro voto”

Yo no pude más que agradecer su felicitación. Ella me besó en la mejilla y hundió mi vida para siempre.


martes, 21 de noviembre de 2017

Cruce De Caminos

Ambos estábamos de paso; Por la ciudad, por el barrio, por la vida. Colisionaron las coordenadas, evitamos el impacto en la medida que pudimos. Pero cuando la neuroquímica actúa, hay que ser muy prudente o muy canalla para driblar en seco y salir por la puerta de atrás.

Yo, desde luego, no soy prudente. Y ella no me pareció muy canalla. Y tuvimos lo que nos merecimos. Efímera felicidad, amarga despedida y nostalgia dolorosa. Lo que viene siendo la vida. Sin críticas, simple descripción.

Me quedo con la oblicuidad de su sonrisa, el azulado de sus ojos, y la transparencia de su ser. La nobleza de su alma, la vehemencia de sus posiciones, la agresividad de la mañana, y la calma del café.

Yo le regalé lo que había en la tienda, saldos de otras temporadas, costuras defectuosas, taras muy visibles, cremalleras a medio cerrar, tejidos almidonados y cuellos gastados. Lo que fue quedando de los tiempos. Supongo que se tuvo que conformar.

Entre mis rebajas y su visa, fuimos pasando etapas, conscientes de que estábamos de paso. No se planteó definitivo hospedaje, relación más estrecha, perspectivas vitales ni escenarios poéticos. Porque estábamos de paso.

No volvimos a cruzarnos, en otro camino, en otra ciudad, en otro barrio. Pudimos hacerlo, desde luego. Puedo llegar a aceptar que en ocasiones di algún rodeo por si hubiese algún cruce de caminos. No puedo hablar por ella, pero tampoco me hubiese sorprendido en exceso.

En alguna ocasión me he preguntado porqué. Quizás debimos intentarlo, apurar los meses, los años, la vida. Incluso me culpo de ello. Pero en esos momentos lo recuerdo. Simplemente estábamos de paso

 

 


sábado, 18 de noviembre de 2017

Las Reglas Del Juego

Avanzó hacia las montañas espumosas que atacaban la playa sin piedad, asumiendo su clara inferioridad. Pensó que su determinación podría doblegar cualquiera de las fuerzas de la naturaleza, por violentas o vigorosas que fuesen. Y, a duras penas, consiguió poco a poco hundirse en la montaña de agua, arena y piedras. El tiempo justo para llegar a la conclusión de que la corriente la arrastraría inevitablemente hacia las rocas del acantilado.

Cuando empezó a intimar con los salientes, una y otra vez, cuando comenzó a saborear la mezcla de sangre y decepción, cuando fue consciente de que el dolor no se plegaría a los dictados de la conciencia, cuando se resignó a aceptar que no conseguiría su propósito y que, a cambio de su innegociable decisión, solo obtendría sufrimiento, frustración y fracaso, solo pudo esbozar una representación esquemática de su pensamiento, unas líneas rectas que le aclaraban la situación: Ni siquiera es posible abandonar este mundo sin contar con la comunión de las fuerzas que nos son ajenas. Nada está únicamente al albur de nuestra decisión. Somos simples jugadores de fortuna, insertados en un tablero ficticio gobernado por algunas reglas que nos son desconocidas.

Y en ocasiones jugamos, porque queremos y nos lo permiten. En otras abandonamos, pero nos retienen en la partida. Y las menos, coincide nuestra voluntad con las reglas del juego.


lunes, 13 de noviembre de 2017

Antoniadis9 En Amazon

Tras muchas vacilaciones, he sucumbido a los contundentes argumentos de pauladegrei, y he realizado las gestiones necesarias para colocar en amazon.com y amazon.es , un ejemplar de las diez entregas de la última de serie de relatos “La Estrofa Que Lo Cambió Todo“, en la que narro las aventuras de Sergio Tapia, un personaje cuadriculado, rígido y metódico, en un mundo bastante más anárquico y dinámico de lo que a él le gustaría, especialmente si se encuentra con el amor.

El enlace a amazon es el siguiente: “La Estrofa Que Lo Cambió Todo-version ebook

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El siguiente proyecto, según me ha comunicado pauladegrei, consiste en recopilar los relatos que a ella y a mí más nos gusten, de entre los publicados en antoniadis9.com. A este respecto, mi criterio es muy poco sostenible, porque uno tiene mucho cariño a todos sus escritos, por mucho que algunos de ellos le hayan quedado imperfectos, o le hayan salido traviesos, inquietos, malos estudiantes o incluso irreverentes.

Así que he pensado en convocar un pequeño concurso del que os iré informando debidamente, con el fin de que los lectores de antoniadis9.com sean los auténticos seleccionadores  de los mejores relatos, ya que su criterio será bastante más objetivo que el mío.

Y dado que nos vamos acercando a esas fechas , donde mi espíritu navideño y mi generosidad, no alcanzan límite alguno, he pensado que este Wiwichu 2017, incluso podría superar al anterior (Véase wiwichu 2016), en el que ofrecí generosamente la redacción de textos ad hoc, y fui inmediatamente “recompensado” con peticiones de cartas de amor, sonetos, textos personalizados, preferencias cafeínicas e incluso experiencias sobrenaturales con duendes navideños. No me olvido de alguna petición recibida más o menos en marzo, lo que puso a prueba mi espíritu navideño, pero a la que no podía negarme, puesto que procedía de una extraordinaria poeta y aún mejor ser humano, que de no existir, hubiese debido ser inventada, genoma a genoma. Así que, quizás este pequeño concurso podría ser premiados con escritos, ediciones digitales, videos, o cualquier locura que se le ocurra a pauladegrei.

Os adjunto un pantallazo de Amazon, porque me hace ilusión, y os anticipo que el libro está actualmente en versión digital para los dispositivos Kindle. No obstante, espero completar próximamente la gama de formatos disponibles.

 

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También os pido una pequeña reseña, en el espacio “Opiniones De Clientes” que amazon deja al respecto, como veis en la imagen inferior, para que no esté tan desangelada como ahora. Sed sinceros y objetivos o mentir como bellacos, os lo agradeceré igualmente.

 

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viernes, 10 de noviembre de 2017

Textos Solidarios: ¡Necesitamos vuestras manos! — El Destrio

Con mis manos esgrimiendo una tiza blanca, de aquellas que nos cautivaban de pequeños, y una caligrafía coherente con la profesión ejercida, os dejo la imagen que aporto a la presentación de esta magnífica iniciativa, el libro “El Mundo En Tus Manos”, donde aporto un pequeño grano de arena en forma de microrrelato “Bajo Mi Responsabilidad”

Espero que os guste el libro

Desde Textos Solidarios necesitamos de nuevo vuestras manos para crear otro vídeo promocional. A todos nuestros colaboradores y amigos. Como sabéis tenemos en proceso un vídeo promocional para nuestro libro “El Mundo en tus Manos”, basado en el poema “Invadidos de Esperanza”, de Jan Taló, que resultó elegida por todos nosotros a tal fín. Estamos […]

a través de Textos Solidarios: ¡Necesitamos vuestras manos! — El Destrio


jueves, 9 de noviembre de 2017

En Mal Momento

Se lo decía casi a diario: “Me pillas en mal momento”

Hasta que dejó de tomarme en serio, para tomarme al asalto.

Sin respetar agenda, calendario, ni tiempos

Absorbiendo mi voluntad los días impares

Destrozando mi dignidad en los otros

Se encaramó a mi vida, derribó mis almenas

Anuló mis defensas para adosar nuestras almas

 

 


domingo, 5 de noviembre de 2017

Besos Tras La Columna

Solo era un pequeño concierto, en uno de esos clubes cualquiera del barrio de Malasaña. Y yo, como siempre, ocupaba un discreto rincón, el que generaba la cabina del DJ con la pared del garito. Podrían haberle puesto una placa, porque era mío, aunque solo fuera estadísticamente.

El rincón solo tenía de especial dos cosas: Que se veía muy bien el escenario, y que podía detectar presencias agradables y novedosas. Pero eso era todo lo que buscaba en esas noches de sábado. Digamos que tenía el resto de la semana para filosofar, para entablar relaciones sociales convencionales, para enamorarme y para sufrir como un perro. Estas noches estaban reservadas para el placer, para la superficialidad, para la traición y para el olvido. Y solo admitían dos tipos de resultado: El éxito clamoroso o el más bajo de los fracasos. Eran noches de doble o nada, sin grises, sin consideraciones parciales, sin subjetivismo existencial .

Ella hizo su entrada. Acompañada, como corresponde a las chicas guapas. Rubia de excelente tinte, palidez matizada por carísima cosmética . Cuello longilíneo, de los que piden a gritos cien besos . Talle estrecho, busto sencillamente elegante. Caderas modestas y piernas largas , embutidas en botas de media caña. Lo que se dice un excelente ejemplar de señora. Un objetivo difícil, pero deseable. Uno de esos tantos estrepitosos fracasos, previsiblemente. Mucha mujer para mí, probablemente. Quizá tendría éxito en una tertulia de amigos, pero las noches de sábado no incluyen esos escenarios . Era cuestión de jugársela y fracasar, para sobrevivir el resto de la noche.

Al acecho, como veterano cazador furtivo, detecté un momento de debilidad. Su pareja se entretenía con alguna de las redes sociales al uso, y ella quería una copa. Se encaminó a la barra, mi territorio. Una seña al camarero desde el rincón. La señora estaba invitada. Observé todo el proceso. No pareció un combinado al uso, a tenor de las múltiples pautas con las que orientaba al camarero, y con las que éste parecía complacido. Qué se yo, un Manhattan, un Daiquiri, un simple gin tonic de categoría. Cuando el proceso concluyó, echó mano de una pequeña cartera, de las de más de doscientos euros. Fue a pagar, pero el camarero le informó de su suerte. El caballero del rincón la había invitado. Ella no pareció muy sorprendida, obviamente estaba acostumbrada. Echó un vistazo prolongado, como acomodando las pupilas. Sonreí. Al menos parecía miope. Nadie es perfecto.

No pareció darle gran importancia, y volvió con su pareja. Aparentemente se extrañó de que no le llevase una copa a él también. Ella, con un gesto a medias entre la disculpa y el desdén, le señaló la ubicación de la barra. Y él, como un corderito regañado, se dispuso a abastecerse. El camarero me preguntó con un gesto, y yo negué vigorosamente. Una cosa es que fuese a fracasar en mi misión de caza, y otra muy distinta es que hiciese de pagafantas.

Se montó un pequeño follón alrededor de su copa. Alguien derramó, alguien rompió, alguien metió la pata. Y me decidí.

Avancé sin prisa, pero muy decidido. Ella solo levantó la vista cuando me vio prácticamente a su lado. Iba a presentarme, pero ella se me adelantó.

-“¿Me has invitado a la copa?”

-“Desde luego”

-“¿Por qué?”

-“Es una excelente pregunta. Hasta llegar aquí, no tenía respuesta”

-¿Y ahora sí?”

-“Naturalmente”

-“¿Y puedes compartirla conmigo?” La mueca que esbozó me hizo sospechar que me estaba vacilando, como habría hecho tantas noches, con tantos otros tipos que intentaban entrarla, por lo que decidí cambiar de táctica.

-“Podría, pero veo mucho más interesante que intentes adivinarla”

Me miró, dubitativa. Se volvió hacia la barra. Su pareja parecía haber resuelto el problema de la copa, pero no el de las redes sociales. Debió entender que podía estirar un poco los juegos florales.

-“De acuerdo. Posibilidad número uno. Intentas conseguir un ligue fácil de sábado por la noche. Posibilidad número dos. Te parezco atractiva, y has iniciado una maniobra de aproximación, sabiendo perfectamente que vengo acompañada. Es decir, estás como una cabra. Posibilidad número tres. Piensas que de este frugal contacto puedes obtener mi teléfono, y posteriormente intentar una relación algo más…pausada.”

-“Hay otra posibilidad que no has tenido en cuenta”

-“En efecto. Posibilidad número cuatro. Eres un tipo especial, de esos que se encuentran una vez en la vida, y ésta es mi noche de suerte” Su mirada burlona, indicaba claramente que esta última opción no estaba entre sus favoritas.

-“No. Simplemente puede que haya pensado que todas estas opciones, debidamente combinadas, podrían hacer que ahora, o en un futuro a corto o medio plazo, pudiese averiguar el secreto que te acompaña”

-“¿Qué secreto?”

-“Lo desconozco. Por eso he venido a verte”

La jugada no estaba tan mal tirada. Todos tenemos secretos. Pensamientos, acciones, intenciones, traiciones, que no contamos absolutamente a nadie. Rectifico. Algunos se los contamos a nuestra pareja. Otros a los amigos más íntimos. Otros a desconocidos. Pero todos, lo que se dice todos, a nadie.

Ella dio el primer paso. Inició un breve, pero enérgico paso hacia delante, rodeando la columna que protegía parte del escenario, y que le ocultaba de miradas indiscretas procedentes de la barra. La seguí, lógicamente. Ella me esperaba. Mirando hacia el lado contrario, ofreciendo el lateral del cuello. Tonterías, las justas. Era noche de sábado. Solo posé los labios, pero mi cerebro se vio imbuido de extraordinarios matices. Su piel, su perfume, su deseo, el mío. Aprendí de ella mucho más de lo que hubiera supuesto. Que podía ser cálida, que podía ser despiadada, que deseaba, que vivía, que sentía. Aprendí que las noches del sábado eran uno de los conceptos más estúpidos que podría haber generado alguna de mis neuronas, porque un solo beso convertía en algo ridículamente insignificante, todas y cada una de esas experiencias frugales, superficiales y absurdas con las que ocasionalmente me consideraba premiado, y que se desvanecían como por ensalmo el domingo de madrugada.

Y, siendo plenamente consciente de todos mis fracasos previos, gasté los últimos segundos que pasamos tras la columna, en pensar cómo había conseguido meterme yo solito en un abismo infernal.

Imagen de Honky Tonk, en Madrid, donde está inspirado este microrrelato