miércoles, 22 de noviembre de 2017

El Club De La Comedia

Me estaba matando. La quería y la deseaba como a nada en el mundo. Meses, quizás años de observar en la distancia su risa cantarina, su desparpajo en el trato, sus ojos oceánicos, su rubia cabellera flotando con plena libertad. Y yo, en segundo plano, en retaguardia, cobardamente oculto en el anonimato de mi puesto de trabajo.

Tenía que liberar esa carga, soltar ese lastre que me impedía avanzar en la vida. Jugarme el todo por el todo, sin miedo a las consecuencias. Y si eso me llevaba a no verla más, sea. Un amor oculto no permite ser correspondido, y ella no sabía nada de mis sentimientos. Al menos tendría una opción.

La oportunidad surgió en ese pub del barrio donde en ocasiones coincidíamos. Talent show. Demostrar las habilidades artísticas ante un grupo de habituales desconocidos. Gente del barrio a los que has visto por ahí, pero a los que no has saludado jamás. Podía ser peor.

Vi la tablilla en el extremo de la barra, con un bolígrafo BIC suspendido de un cordel. Tras dar buena cuenta de una pinta de cerveza negra, procedí a apuntarme.

  • Nombre: Toni .
  • Categoría: Monólogo.
  • Teléfono: 112, porque se va a armar.

Alea jacta est.

Ese día no éramos muchos, pero estaba ella. Con un clon de Schwarzenegger jovencito y sus compañeros de esteroides. Unas bestias pardas. Por los mimos que le dedicaba, debía ser su novio. Cojonudo. Opción quirúrgica. O se me echaba a los brazos o su novio me iba a inflar. En cualquier caso, de ese día la cosa no pasaba.

Me tocaba actuar tras una especie de hombre orquesta, y justamente por delante de la camarera que nos sirve el sushi, recién llegada a la nación. Aparentemente armada con un xilófono tres veces más grande que ella, iba a resultar una dura competencia. Estuve a punto de decirle que no hacía falta que lo sacara de la funda, porque conmigo iba a acabar todo, pero dejé que se diera cuenta ella sola, un poco más tarde.

Cuando el presentador me dio entrada, decidí empezar fuerte:

“He venido a este escenario a decir que estoy loco por la chica del vestido de canalé de color gris marengo” y la señalé para que no hubiese dudas.

“No recuerdo un día que me haya acostado sin pensar en ella, y en cómo sería la vida junto a mí. Y creo que lo merezco. Soy un individuo formal, serio y trabajador, medianamente inteligente y romántico como pocos. Ni guapo ni feo. Me preocupo por la gente y me desvivo por los que me quieren”  Y, de perdidos al río, proseguí con fuerza.

“No creo que tu destino sea permanecer al lado de ese montón de proteínas. Creo que mereces algo mejor, y yo lo soy. Deja a ese tipo y vente conmigo. Te quiero.”

En ese momento, ella y su novio se acercaron al escenario, debidamente escoltados por el resto de musculitos. El se adelantó, se me abalanzó y simuló golpearme repetidas veces en los costados, el rostro y el plexo solar, para posteriormente llamar a sus amigos al escenario. Me tiraron al suelo y siguieron con la comedia. Yo no entendía nada. A los pocos segundos, se retiraron de golpe y empezaron a aplaudirme como locos, acompañados por la risa cantarina de ella.

El novio se me acercó y me dijo “Qué bueno, tío. Habíamos oído hablar de eso de la performance, pero te ha quedado genial. Tienes nuestro voto”

Yo no pude más que agradecer su felicitación. Ella me besó en la mejilla y hundió mi vida para siempre.


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